El pasado 18 de marzo murió en Londres el director, productor y guionista Anthony Minghella (1954-2008). En su carrera destacan grandes películas como El Paciente Inglés o Could Mountain, pero hay otra cinta que debería considerarse entre estas, El Talento de Mr.Ripley, que desgraciadamente ha pasado siempre desapercibida, quizá por qué aun y estar nominada a 5 Globos de Oro i 5 Óscars, en 1999, tuvo que competir contra la gran American Beauty ( y otras) y quedarse sin ninguna estatuilla.

Título: El Talento de Mr Ripley
Género: Crimen/Thriller/Drama
Director: Anthony Minghella
Director: Anthony Minghella
Guión: Patricia Highsmith ( novela)
Anthony Minghella (guión)
Duración: 139 min.
Duración: 139 min.
Nacionalidad: Americana
Año de producción: 1999
Estreno: 25 de diciembre
Estreno: 25 de diciembre
Sinopsis: En el Manhattan de1950 vive Tom Ripley, un joven que trabaja como asistente en unos lavabos y afinando pianos. Su destreza con el instrumento le lleva a sustituir a un amigo de Princeton para tocar en una fiesta al aire libre en la que conocerá al rico hombre de negocios Richard Greenleaf, quien al distinguir la chaqueta preguntará por su hijo Dickie. Tom mentirá y pretenderá conocerle, ganándose así la confianza para que Richard Greenleaf le ofrezca 1000 dólares con los que ir a Itália y hacer que su hijo Dickie Greenleaf vuelva a casa.
El Talento de Mr. Ripley es la segunda adaptación que se lleva al cine de la novela con el mismo título de Patricia Highsmith, siendo la primera Plein Soleil (a pleno sol) dirigida por René Clement y protagonizada por Alain Delon en 1960.
De entre las dos cintas quizá la que traslada con más fidelidad el mundo literario de la autora a la gran pantalla es la de René Clement, pero eso no quiere decir que la película de Anthony Minghella sea una mala adaptación. Su Talento de Mr Ripley consigue transmitir la esencia de la novela; la búsqueda de una identidad que sea aceptada por la sociedad por parte del protagonista, Tom, y por el contrario, una identidad que le lleve a distinguirse de esa sociedad llena de lujos que siempre ha rodeado a Dickie y de la cual quiere huir fugándose de casa, eso sí, sin dejar de recibir dinero de su familia. La película plasma la necesidad que siente Tom de salir de su agujero y ver mundo, ser alguien, tener dinero y poder poseer todo aquello que nunca pudo por falta de medios. Nos muestra como Tom está dispuesto a matar y suplantar identidades para poder conseguirlo, esa necesidad de reconocimiento es mayor que la moral o los remordimientos que pueda sentir. Aun y así, sólo en el espíritu de la película se puede encontrar la semejanza con la novela que la inspiró y por lo tanto sería mejor considerar la cinta una obra paralela, una obra que ver como, si se quiere, un complemento a la lectura del libro.
La película no sólo muestra el personaje de Silvana y su suicidio, hechos que no suceden en la novela, si no que además también inventa a Meredith Logue y le da a Peter Smith Kingsley un amplio protagonismo en la segunda mitad de la película, protagonismo que en el libro se extiende a una página. Además, las personalidades de los personajes también son algo distintas. En la novela Tom es mucho más frío, calculador y sutil, nunca dejando entrever exactamente qué piensa y cuál es realmente su objetivo. En la película Tom es un chico sensible, algo inocentón en determinados aspectos y mucho más abierto en sus sentimientos como muestran la escena de la partida de ajedrez en la bañera con Dickie o la escena final en el barco rumbo a Grecia con Peter. Tom nos puede producir pena en algunos momentos de la narración, incluso compasión, pero en otros, como cuando se ve “obligado” a asesinar para proteger la vida que está consiguiendo y que tanto ansiaba, puede parecernos el peor de los individuos de la tierra, sin escrúpulos y dispuesto a todo por egoísmo (y esto se muestra sobretodo en la antes nombrada escena final en el barco).
El personaje de Dickie en cambio, tanto en una como en la otra sigue el mismo patrón; chico rico, creído, promiscuo y malcriado que está acostumbrado a conseguirlo todo en la vida y que no soporta que le lleven la contraria. Aunque quizá en la película, a causa de la mayor muestra de sentimientos por parte de Tom, muestra una mayor ambigüedad en sus relaciones con los personajes y capacidad de cegar a la gente con sus encantos para conseguir lo que él quiera para después no volver a prestarles atención. Así pues, podría parecer un personaje con el que la gente no debería sentir empatía, pero lo hace, de alguna manera su forma y sus maneras nos hacen quererle, quizá por la magnífica interpretación de Jude Law.
En cuanto a Marge Sherwood, en la película se muestra como un personaje mucho más fuerte y alejado del papel sumiso de la mujer. Si en la novela Tom consigue engañarla y llevarla por donde quiere en la película Marge sospecha de él y hasta está convencida de que realmente él mató a Dickie, acusación que en el libro nunca se le pasa por la cabeza.
Pero ¿qué sería de los personajes sin sus representaciones en carne y hueso? Hay muchas y diferentes opiniones sobre la actuación de Matt Damon como Tom Ripley. Algunos la catalogan de sosa, que no llega a la gran interpretación que Alain Delon hizo del personaje. Pero es que las películas son diferentes. Alain Delon muestra la frialdad que Tom tiene en la novela, Matt Damon muestra, sobre todo, los sentimientos y razonamientos que le pasan por la cabeza a causa de sus acciones, su Tom Ripley, como ya hemos dicho, no es acción, no debe impactarnos, debe hacernos pensar y definitivamente lo hace, sobre todo en la segunda mitad del film y concretamente en las escenas junto a Peter Smith Kingsley.
Como ya se ha dicho, Jude Law encarnando a Dickie Greenleaf no tiene ningún tipo de desperdicio ni queja. Muchos dicen que hubiera sido mejor si Matt Damon y Jude Law hubiesen cambiado los papeles, pero quizá de esa manera no hubiésemos podido disfrutar de los pequeños detalles que Jude, por ser él y su figura, le dan al personaje y que ayudan tanto a moldearlo y hacer que no podamos despegar la vista de él.
Gwyneth Paltrow también hace un magnífico trabajo con Marge, cumple a la perfección el papel de chica enamorada y tonta, en la primera parte de la película, pero a la vez perspicaz para dar a entender que no todo lo que hace Dickie se le escapa ni tampoco los planes de Tom ya en la segunda mitad.
Otros personajes que son indispensables por lo mucho que dan a la cinta son Freddie Miles, interpretado por Dustin Seymur Hoffman, quien le da a Freddie el perfecto toque de chulería y de esnobismo que hacen que resulte un personaje desagradable por el que sentir si no odio, rabia. Cate Blanchett en el papel de Meredith también se luce, aunque no haya personaje original en la novela con el que comprarla, al ser la sustituta de Marge cuando Tom suplanta a Dickie. Jack Davenport, quizá el más desconocido de los personajes principales, juega un papel clave en la película que su personaje no tenía en el libro. Es él quien hace de catalizador de los sentimientos de Tom, es con él con quien Tom se siente seguro y explica, si no del todo, sus miedos y sentimientos.
Aun y así, una película no se compone sólo de personajes, aunque estos sean claramente muy importantes. Los planos, todos y cada uno pensados y compuestos con gran detalle y simbología, están en su mayoría, protagonizados por Tom, quizá no sea de él de quien se habla pero sí es él el protagonista de la historia, él quien quiere ser alguien importante, destacar, ¿y qué mejor manera de destacar que saliendo en todos los planos de la película? Todos los escenarios, pensados también al detalle y ubicados en su mayoría en tierras italianas, nos transportan a los cincuenta, a la época del jazz, música que narra parte de la película sustituyendo como pasión de Dickie a la pintura, y que va alternándose con piezas mucho más clásicas y llenas de sentimiento como es Lullaby for Cain, la canción que nos abre la película, y que ya muestra el final trágico de la historia contándonos el destino de los hermanos Caín y Abel.
Con todo esto, la película no tendría por qué haber pasado tan inadvertida. Muestra una historia de búsqueda de identidad, tema actual y que nos afecta a la mayoría, la búsqueda de un reconocimiento en la sociedad llevado hasta el punto en el que te gustaría ser alguien más para poder vivir su vida, hecho que se consigue. Pero entonces, cuando después de todas las dificultades consigues lo que querías, te das cuenta que quizá ser alguien más no es tan bueno, ni bonito y que no te hace feliz, que querrías seguir siendo tú, sin haber de soportar todos los remordimientos que te atormentan por qué para conseguirlo has matado a gente y tendrás que seguir matando si quieres seguir viviendo así. Y lo más triste es que Tom decide que sí, que prefiere matar, aunque sea un ser amado, antes de volver al anonimato del que tanto había huido. Pero si no se quiere pensar tanto, la película puede considerarse un thirller que te atrapa por qué quieres saber si después de los múltiples crímenes, Tom será detenido por la policía o no. Hasta puede llamarte la atención sólo por la música, de la mano del mismísimo director y de Gabriel Yared, que ya trabajó con Anthony Minghella en El Paciente Inglés.
Pero quizá, como es ley natural, el pez grande se come al pequeño y American Beauty se comió a Tom Ripley.
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